viernes, 18 de julio de 2008

Salud plena

SALUD PLENA

Alberto Híjar.

Desde su paso por la Universidad de Chile, el joven Salvador Allende activó políticamente. Como vicepresidente de la Federación de Estudiantes, luchó contra la dictadura de Carlos Ibáñez y celebró la proclama de la República Socialista del coronel Marmaduque Grove en 1932. Catorce días le duró el gusto y fue encarcelado para salir a graduarse de médico para participar en la fundación del Partido Socialista de Chile y en 1936, del Frente Popular. Esta organización ganó la presidencia en 1938 con Pedro Aguirre Cerda quien lo nombró ministro de salud cuando cumplía 31 años. Por lo visto, Allende fue siempre un político radical por la democracia, contra las dictaduras y por la salud como vida plena en sociedad.
En 1939, el doctor Allende publicó su libro La realidad médico-social chilena en su calidad de Ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social del Gobierno del Frente Popular. La Casa de Chile lo reeditó en México con prólogo “de su amigo y colaborador”, el doctor Arturo Jirón V. quien cita la frase de Allende de “no es posible dar salud y conocimiento a un pueblo que se alimenta mal, que viste andrajos y que trabaja en un plano de inmisericorde explotación”. Cita también la denuncia sobre la miseria en América ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972.
El libro empieza con una terrible afirmación: “por cada veinte partos, nace un niño muerto. La mortinatalidad nuestra equivale al 50.5% de los nacidos vivos”. El apartado tiene un título elocuente: “Chile tiene la más alta mortalidad infantil del mundo”. De aquí el paso a la descripción de “Algunos antecedentes geográficos y demográficos” a partir de un epígrafe de Pedro Aguirre Cerda: “gobernar es educar y dar salud al pueblo”. Así de simple.
La segunda parte describe las “Condiciones de Vida de las Clases Trabajadoras”, respecto a salario, alimentación, vestuario, vivienda y obras de saneamiento. Por lo visto, un proyecto de salud tendría que superar la mera prevención medicada y el combate a las enfermedades, para proponerse la vida digna de los trabajadores a partir de la transformación de las condiciones precarias a las que están sometidos. De poco sirven clínicas, hospitales y campañas de vacunación pasajeras, si la desnutrición, la insalubridad, la educación dominada por el lodo de las calles y de las viviendas sin servicios elementales, determinan el vivir en la miseria.
La tercera parte se ocupa de “Los problemas médicos” a partir del binomio madre niño y de las enfermedades más comunes: tuberculosis, enfermedades venéreas, enfermedades comunicables, toxicomanías, enfermedades profesionales. Las estadísticas concretan el ejercicio de la medicina más allá de las rutinas de Estado. La cuarta parte plantea como “Medios de lucha” la beneficencia y asistencia social, se ocupa de la salubridad en el terremoto de 1939 y de los avances con el seguro social, el seguro de accidentes de trabajo y la Ley de Medicina Preventiva. La dialéctica entre la organización del gobierno y la emisión de leyes, exige la “crítica de conjunto a la labor de los servicios médicos” y concluye con un informe pormenorizado de la “importación, distribución y producción de medicamentos” a fin de advertir los peligros de la dependencia incondicional de los grandes consorcios productores, distribuidores y valuadores de los medicamentos.
El “capital humano” es el punto de partida destacado por Allende para las “Perspectivas y Plan de Acción Inmediata” que culmina en un “Programa médico-social”. Cita a reuniones de médicos como la Convención de 1936 en Valparaíso como prueba de la necesidad de dar seguimiento a los proyectos de gobierno y a las réplicas de los especialistas. La cita larga se impone: “Todo espíritu progresista tendría que convenir con el Ministro de Salubridad, que no se debe perder más tiempo y que hay que planificar, organizar y poner en marcha la gran empresa restauradora de la nacionalidad en sus tres aspectos fundamentales: mejoramiento económico efectivo de las clases laboriosas, intensificación y extensión de las medidas de profilaxis y de salubridad nacional e intensa campaña de alfabetización en las capas ignaras del país. Para realizar toda esta inmensa labor se creó el Frente Popular”. Nada especulativo, el libro concluye con un Programa Médico-Social, con vigencia tal, que los privilegiados explotadores impidieron, lo impiden, no sólo en la esforzada trayectoria de Allende como senador, como candidato presidencial y mucho más con su elección democrática como presidente de Chile interrumpida con el brutal golpe de Estado de 1974[sic], cuando se disponía a convocar a un referéndum para probar la fuerza de la democracia pacífica. Su propuesta total sigue en pie. En el centenario de su nacimiento, Allende no sólo deja generalidades válidas de construcción de la democracia, sino la precisión de la salud como proyecto abierto de humanización plena, quizá el primero formulado en Nuestra América.

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